Emociones del cuidador: Optimismo

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El optimismo es la herramienta estrella a la hora de afrontar cualquier situación complicada o un problema. Gracias al optimismo se consigue ver el lado positivo de cada situación, y se tiene fe en la posibilidad de que algo mejore. Si pienso en que algo puedo mejorar, estaré motivado en poner todos mis esfuerzos en cambiar la situación. En cambio, si creo que nada va a cambiar o incluso que va a ir a peor, ello supondrá un muro en mi voluntad.

Es complicado extrapolar esto a los cuidadores de pacientes con demencias, ya que se encuentran ante una enfermedad degenerativa y ello conlleva que los cambios serán a peor. Entonces ¿cómo decirles que sean optimistas ante tal situación?

Es cierto que el optimismo para ellos será mucho más forzoso. La razón les empujará hacia la depresión y hacia el pesimismo y la realidad irá minando sus motivaciones y cada resquicio de optimismo al mostrarles que la enfermedad avanza y todo se complica. No obstante, del mismo modo que no existe una cura para esta enfermedad y a pesar de ello existen terapias farmacológicas y no farmacológicas para ralentizarla, el optimismo deberá situarse en el mismo prisma, haciéndoles ver que se puede hacer mucho por el enfermo y que las cosas pueden estabilizarse, controlarse y adaptarse para que esta enfermedad no acabe con su ánimo y salud.

Deberán ser optimistas aplicando las pautas y terapias aprendidas con la esperanza de que gracias a ello, el enfermo no esté peor y goce de una mejor calidad de vida. Y a su vez tomar conciencia de sus actos y los resultados conseguidos, autorreforzarse y reconocer sus buenas prácticas.

Esta entrada para aquellos cuidadores que tan complejo ven ponerse el traje del optimismo o allegados que no saben cómo enseñárselo.

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